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La importancia de las cantidades

2021-09-10

 

 Los alimentos no son buenos ni malos en sí mismos, y tienen distintos efectos según muchos factores: en qué cantidad los consumes, con qué frecuencia y (por supuesto) cómo los procesa tu cuerpo.

Una forma muy fácil de ver que un alimento puede hacerle bien a una persona y mal a otra persona son las alergias: hay personas que no toleran el cacahuate, ¡aunque el cacahuate tiene buenos efectos en otras muchas! Lo mismo pasa con la cantidad y la frecuencia: el aguacate es buenísimo, pero si te comes 20 al día seguro tu dieta va a tener más calorías de las ideales; y de vez en cuando una copa de vino tinto se disfruta y nos aporta antioxidantes, pero si te la tomas todos los días puede hacer daño a tu hígado. 

En los extremos, nada 

La idea de no satanizar ni glorificar los alimentos viene de una intención que va más allá de evitar juicios como “bueno” y “malo”. En realidad lo que buscamos es que no le tengas miedo a lo que comes y no caigas en sentir culpa después de comer ciertas cosas. Esta culpa, que en principio puede parecer útil porque te aleja del extremo de los excesos, puede llevarte a la restricción excesiva, ¡que también es un extremo! Ninguna de las dos alternativas nos hace bien. Por eso es importante que, además de escuchar a tu cuerpo, escuches tus emociones a la hora de comer: ¿te da miedo comer azúcar? ¿sientes culpa después de comer grasas? ¿te pones triste después de acabarte el postre? Presta mucha mucha atención a lo que sientes, porque va a influir en tus hábitos alimenticios. 

 

Cantidad y calidad

No te obsesiones con las calorías, mejor, no te obsesiones con nada. Es cierto que hay alimentos con más calorías que otras, y saberlo nos sirve para ajustar nuestra dieta a nuestros objetivos. Para disminuir el porcentaje de grasa buscamos un déficit calórico, para mantenernos buscamos comer más o menos las mismas calorías que quemamos y para subir de peso necesitamos subir también el consumo de calorías. Pero podemos ser flexibles con la forma en la que aplicamos esta regla y, si un día queremos comer chocolate, podemos bajarle tantito a nuestra porción de grasas en el desayuno. O podemos añadir el chocolate y ya. Pero esto va más allá de calorías: también tenemos que evaluar cuántos nutrientes nos aporta lo que comemos. Generalmente lo natural es más nutritivo que lo procesado, pero esto no quiere decir que los alimentos procesados se cancelan para siempre de la dieta. 

 

La regla 80/20

La regla 80/20 se trata de procurar que el 80% de los alimentos sean poco o nada procesados. Con el otro 20% podemos ser más flexibles y consumir alimentos menos naturales. Lo importante es que entiendas que no se trata de que los procesados sean malos, sino de que deben consumirse de forma más moderada. Y sí, también existen ciertas cosas que tienen cero nutrientes y muchas calorías, como los refrescos, pero tampoco pasa nada si te encantan y de vez en cuando te das el gusto. Una parte fundamental de los hábitos que construimos por nuestra salud es hacerlos sostenibles y (regla de vida) ¡lo que es muy rígido se rompe con mayor facilidad que lo flexible! Así que date la oportunidad de combinar adecuadamente y disfruta de la vida.